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Lunes 6 de agosto de 1945. 8 de la mañana. La población de la ciudad de Hiroshima, Japón, renaudaba sus quehaceres diarios después de haber sufrido una calurosa noche. Aunque Japón venía sufriendo desde hacia meses bombardeos de las fuerzas aliadas en el curso de la segunda guerra mundial, los habitantes de esta  pequeña capital de prefectura se habían librado del hostigamiento aéreo y continuaban realizado sus rutinas ajenos a la dureza de la guerra. A las 08.15 horas todo cambió para esta ciudad y para el resto del mundo. Primero fue un destello cegador. Después vino una enorme bola de fuego. Por último, la desolación. Estados Unidos acababa de lanzar su más destructivo ingenio bélico, un artefacto capaz de liberar la suficiente potencia como para destruir una ciudad y matar en cuestión de segundos a más de 70.000 personas. Hoy os hablamos de la bomba atómica de Hiroshima.

Uno de los temas favoritos de Para contar en la cena es la Guerra fría. Basándose en el miedo a un conflicto atómico, las dos grandes potencias se enzarzaron en una carrera armamentística y unos protocolos de seguridad que en muchas ocasiones rayaron la paranoia. Ambos bandos construyeron enormes instalaciones militares desde las que poder dirigir a sus ejércitos en caso de que estallase una guerra nuclear. Pero estas instalaciones no son exclusivas de los Estados Unidos o de la extinta Unión Soviética: la gran mayoría de los países de la OTAN cuentan con complejos defensivos desde los que coordinar una "defensa final" en caso de un conflicto a gran escala. España no es menos, y tiene su propia "montaña Yamantau" (enigmática instalación rusa sobre la que hablamos en un post anterior). Hoy os hablamos de uno de los recintos más secretos de nuestro país: El búnker de la Moncloa.